Mientras los dedos del atardecer
se deslizan sobre el lago,
las flores se adormecen
en la puerta del jardín.
Después de que la noche aterciopelada
envuelva el cielo
las estrellas plateadas navegan por él
como veleros.
A continuación, llega la música, suave y clara.
Suavemente ando por entre los árboles para mirar.
Ahí, entre el helecho silvestre veo
a los gnomos bailar con alegría.
Y encima de ellos, la Señora Luna brilla.
Su luz radiante hace disminuir las tinieblas,
las luciérnagas añaden su luz suave, mágica y centelleante
a la magia de una noche de verano.
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