martes, 17 de abril de 2012

COSAS DE AVILÉS

Siempre me ha llamado la atención esta casa…

Quinta Pedregal... llamada el chupadero por las personas que desaparecieron en ella durante la posguerra...

Me habían contado historias terribles de ella, pero la realidad siempre (por desgracia) supera cualquier historia…

Quinta Pedregal, agujero negro de la memoria

Los investigadores cifran en unos 300 los desaparecidos en este «chupadero» avilesino, en el que se torturó y asesinó con crueldad

Oviedo, L. Á. VEGA

La Quinta Pedregal, el «chupadero» en el que desapareció en clip_image0011937 el policía municipal Melitón Corral Luengo -cuyo caso será visto el miércoles por el grupo de desapariciones forzosas de la ONU en Ginebra-, es el agujero negro de la memoria histórica en Avilés. Los investigadores cifran en unas 300 las personas desaparecidas tras entrar entre sus muros. Testimonios de supervivientes hablan de torturas atroces y viles asesinatos, con los que se consumaba la detallada venganza sobre los vencidos. Los investigadores aseguran que su simple mención provoca aún terror entre los derrotados (y las familias de éstos) que sobrevivieron a aquella época salvaje. Aún se desconoce con exactitud lo ocurrido realmente en aquella casa que perteneció al político José Manuel Pedregal y que hoy acoge la pinacoteca y la colección de porcelana de Sèvres de José Luis García Arias, presidente del Grupo Melca. Pero un grupo de jóvenes investigadores se niega a pasar esta oscura página de la historia avilesina y asturiana.
Quizá uno de los casos emblemáticos sea el de Fernando Arias Arias, consejero municipal en el Ayuntamiento de Avilés, y, por tanto, un miembro destacado de la Administración republicana en Avilés, sobre el que cayó la más brutal de las venganzas. Su nieta, la ex senadora socialista Nelly Fernández Arias, tenía 5 años cuando mataron a su abuelo. La mujer ha relatado en varias ocasiones cómo su familia supo, a través de testigos, que a su abuelo le sacaron los ojos durante las torturas, para luego matarlo a palos. Quizá su cadáver se encuentre enterrado en alguna de las fosas de la comarca avilesina, como las situadas en La Lloba o en el pinar de Salinas, aunque se ha sugerido la posibilidad de que haya inhumaciones en la propia finca.
Fernando Arias puso a salvo a su familia el 9 de septiembre, un mes antes de la llegada de los nacionales a la ciudad. Salieron hacia Burdeos, y de allí a Barcelona. Arias se quedó en Avilés. Le esperaba un final esperado, del que era muy consciente. Su familia quedó marcada de por vida, como ha relatado en alguna ocasión Nelly Fernández, su abuela tardó varios años en salir de casa.
Antes de la caída, Avilés había sido escenario de la represión republicana. El historiador Pablo Martínez Corral (autor de «Castrillón de la Segunda República y la Guerra Civil»), bisnieto del policía municipal Melitón Corral, cifra en unos 70 los asesinados por los milicianos republicanos en las tres grandes sacas del Monte Palomo. Quizá esta brutalidad, que Martínez atribuye a la destrucción de la legalidad republicana desencadenada por el golpe de Estado del 18 de julio, sea lo que explique la saña con la que los vencedores persiguieron a los vencidos en aquellos meses finales de 1937. La gran diferencia con los asesinatos cometidos por los republicanos es que la represión nacional fue sistemática y buscaba sobre todo «desatar el terror y expandir el miedo».
La Quinta Pedregal centralizó la represión extrajudicial. Su único sentido era eliminar a los republicanos. Hay quien salió vivo de allí, pero tras recibir una soberana paliza, que le quedó grabada de por vida. Los supervivientes relatan también la violación sistemática de mujeres, incluso de aquellas que acudían a la casa con comida y ropa para conocer el destino de sus seres queridos.
La Quinta Pedregal era un cuartel adscrito a Orden Público. Allí operaban falangistas y guardias civiles, integrados en las llamadas patrullas de Investigación y Vigilancia. Pese a este nombre, la represión ejercida por estas patrullas carecía de respaldo legal alguno.
Los nombres de los torturadores se conocen. La patrulla que detuvo a Corral estaba mandada por un guardia llamado Carbonero, que murió en diciembre de 1937, posiblemente asesinado por sus propios correligionarios. Otros represores vivieron para ver el nuevo milenio, según familiares de las víctimas.
La mayor parte de las desapariciones en la Quinta Pedregal se produjeron en noviembre y diciembre de 1937. La dinámica de detenciones, torturas y asesinatos se prolongó a lo largo de 1938, pero la represión se hizo notar aún hasta 1949.
Pablo Martínez Corral ha documentado incluso la forma en que se desarrollaban los interrogatorios, que se iniciaban con preguntas a veces al tuntún, sin mucho sentido. Quienes confesaban eran asesinados allí mismo, de la forma más cruel.
Con la llegada de la democracia, la finca se convirtió en lugar de peregrinación, y el 1 de mayo se depositaban flores. El Foro Republicano y de la Memoria Histórica de Avilés ha solicitado que la Quinta albergue un museo de la represión franquista, sin éxito.

Fuente: La Nueva España (http://www.lne.es/asturias/2009/10/31/quinta-pedregal-agujero-negro-memoria/828089.html)

Además…

Un campo de concentración en El Arbolón y la represión en la Quinta de Pedregal

Y. DE LUIS | AVILÉS

«La gente se acerca a nosotros y nos cuenta lo sucedido sin tapujos. Es doloroso para ellos, pero muchos creen que con ese relato han cerrado un ciclo en su vida». Así explica el historiador Pablo Martínez las experiencias que hasta ahora han tenido con los avilesinos, de uno u otro bando, que vivieron en primera persona aquellos años.

El libro que saldrá a la luz en marzo contará sus historias y las de otros muchos que desaparecieron durante la contienda o la posguerra. En este sentido, el historiador recordó ayer la existencia en Avilés de uno de los campos de concentración más importante del norte de España, situado en lo que hoy es El Arbolón, en una fábrica de vidrio existente en esa zona.

«Por él pasaron miles de presos y fue el último que desapareció en Asturias», explicó el presidente de la Asociación Todoslosnombres de Asturias. Y a ello añadió el historiador las palabras que ya ha escuchado de uno de los presos de ese campo: «Hubo una fuga, pero él no participó en ella, sin embargo, fue 'premiado' con tres meses incomunicado en un cuarto de dimensiones muy pequeñas».

En su reflexión sobre lo sucedido en ese campo de concentración apuntó que «es algo que pasó al lado de casa, por muy terrible que nos parezca. Otros países, como Alemania, Italia o Grecia, iniciaron hace ya años el proceso de investigación sobre este tipo de represión. En España ahora estamos preparados para afrontar los hechos, algo que demuestra la evolución de nuestra democracia».

La investigación también sacará a la luz la historia de muchos de los avilesinos de aquella época que pasaron por la Quinta de Pedregal, una leyenda que no es tal, sino una realidad de la represión vivida en la posguerra en Avilés. De la actividad en esta casona, el historiador apuntó que «fue la que centralizó la represión irregular, sin juicio previo para quienes pasaron por ella».

Fuente: El Comercio (http://www.elcomercio.es/gijon/20081022/aviles/campo-concentracion-arbolon-represion-20081022.html)

Y todo esto viene a que hoy encontré ante la reja de la finca, esto:

Flores ante la Quinta Pedregal

Y me pregunté a qué vendría… leído lo de antes, no dudo que es en homenaje a alguno de los desaparecidos…

No hay comentarios:

Publicar un comentario