domingo, 10 de noviembre de 2024

POEMA DE BEOWULF

Palabras de los fragantes portales, tenuemente estrellados,

y nuestras y de nuestros orígenes,
en demarcaciones más fantasmales, sonidos más penetrantes.
Fue gran maravilla
cómo se fundió como se funde el hielo
cuando el Padre libra de trabas la helada
y desata los nudos del agua, Él, que tiene
poder sobre tiempo y mareas, Él es el Señor verdadero
Oh, Dios mío, mi dueño,
Tú que das aire y pan!
Eres playa del mundo,
ir y venir del mar.
Señor de toda vida y toda muerte;
Tú que ajustaste en mí huesos y venas
apretando la carne alrededor,
después de deshacerme en el espanto
me rehiciste; ¿vas a empezar de nuevo?
Siento otra vez tu mano, estás aquí.
Allí de noche algo extraño ocurre:
el agua arde. Y el agua no tiene fondo.
Nadie vivo lo ha tocado nunca.
Allí se detiene también el saltador del brezo:
el ciervo que huye de perros perseguidores
a ellos se enfrentará con astas poderosas
y morirá en el bosque antes que zambullirse
bajo su superficie.
Y entonces las maderas temblaron y cantaron,
una sesión palaciega que desgarró a todos los daneses
dentro del recinto: tropezando furiosos
los dos contendientes se enfrentaron por el
edificio.
Y ahora es una herencia...
Vertical, rudimentario, montado inamoviblemente
hace mucho tiempo, pero legable de nuevo

otra vez y otra vez y otra vez.

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