Pasen y vean.
Pasen y vean, caballeros y damiselas, a la malabarista de mariposas, intenten seguir las estelas de luz que entretejen sus delicadas alas en un vestido de todos los colores.
Pasen y vean al maestro de gorriones y a Gorgorito, su alumno favorito, que elevará todas las miradas con sus acrobacias aéreas y se posará en los dedos de un niño.
Pasen y vean, padres, niños y también abuelas, la danza del domador de vientos que les acercará desde una dulce brisa tomada una noche de luna llena de los bosques de Limerick hasta el afamado simún del desierto nacidas de un paño de seda donde durmió una aurora.
Pasen y vean a la equilibrista de besos, su agilidad y ligereza aprendidas de la princesa de los gatos y su increíble capacidad para desafiar la gravedad sin otro apoyo que el de un arriesgado beso.
Pasen y vean a los payasos nublados, déjense regar por sus risas sin vergüenza, sientan florecer en su corazón sentimientos que no saben de edad o estación, tomen un extremo de su cometa de globos y sientan volar su imaginación en un mágico momento.
Pasen y vean el abrazo de los trapecistas fluyendo como delfines, al hombre pequeño más fuerte del mundo, a Amanda, pirata, hipnotizadora y lanzadora de floretes, al funambulista de dos paraguas y a la mujer de los mil reflejos.
Pasen y vean el circo de las nubes, horneado con levadura de cielo, azúcar de sueños y harina de esa que mancha los rostros de los niños golosos cuando su madre les acaricia.
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