sábado, 6 de diciembre de 2025

CLONES

 Hablamos mucho de la importancia de no matar al niño que llevamos dentro pero no se habla tanto de la importancia de que hacerlo no sea a cambio de matar al adulto. 

 

Supongo que a estas alturas, a menos que tengas dieciséis años o menos, ya has tenido parejas que no han funcionado, amigos que han fallado, seres queridos que han muerto, trabajos que no salieron como esperas, problemas económicos e incluso cosas que duelen demasiado como para escribirlas en un mail y completar así un poquito más la lista de tragedias. 

 

Y al mismo tiempo supongo que también has tenido historias de amor maravillosas, amigos que hicieron por ti cosas que no hubieses dicho nunca, trabajos que salieron impecables, momentos donde no te preocupó gastar un poco más en aquel o este capricho e incluso, con un poco de suerte, justo estás en un momento donde todo está tranquilo. 

 

Aunque, por como funciona la movida esta de vivir, casi seguro estarás en un momento donde algunas cosas están bien y otras no tanto. 

 

Quiza es por eso que cuando me paseo por redes y me cruzo con videos de personas adultas dirigiéndose a la gente de una forma infantil como si le hablaran a personas igual de cortitas, me pongo muy pero que muy nervioso y me entran ganas de atravesar la pantalla para cogerlos muy fuerte del cuello y decirles:

¡Deja de poner una voz que no es la tuya y decir cositas como “amiguis”, “familia”, “¿Que opinas tú de lo que digo?” o “Dejadme en comentarios que pensais” porque tienes ya una edad donde los dos sabemos que no se habla así!” 

 

Y hacer eso no tiene nada que ver con mantener vivo al niño que llevamos dentro. 

 

Como mencionaba al principio, una cosa es mantener vivo al niño que llevamos dentro para no convertirse en una persona amargada incapaz de disfrutar de absolutamente nada, y otra muy distinta, matar por completo al adulto que gracias a todo lo que lleva vivido sabe ya bastantes cosas. 

 

No sé en que momento se decidió que estar en las redes significaba renunciar a ser uno mismo para facilitar que un algoritmo impulsase tus publicaciones. 

 

Lentamente nos hemos ido convirtiendo en copias. 

 

Puedes pasar horas deslizando videos, fotos y publicaciones idénticas en forma de posar, hablar, mirar, opinar... 

 

Creo que somos cerca de ocho mil millones de personas sobre este planeta y te aseguro que si pasas media hora echando un vistazo en las redes, cuando lleves quince minutos todo te parecerá absolutamente igual. 

 

No tengo ni idea de a que te dedicas pero yo me dedico a una cosa donde no hago más que escuchar la frase de “Si no estás en las redes no existes”. Sin embargo, de un tiempo a esta parte no hace más que resonar en mi coco esta pregunta: 

¿Que es mejor? ¿No existir o existir siendo un clon de otro clon de otro clon?” 

 

Supongo que lo que estoy queriendo decir es que, aunque no sé bien porqué, hace poco empecé a echar de menos sentir al adulto que llevamos dentro esforzándose por ser distinto sin importarle un carajo lo que piensen los otros, y empezó a preocuparme sentir que estaba ganando el niño que no hace más que esforzarse en gustar para ser aceptado aunque sea haciendo cosas que tampoco le apasionan tanto. 

 

O a lo mejor simplemente necesito tomar algo más de café. 

 

Nunca se sabe. 

 

Lo único que sé es que, a mi, siempre me ha gustado más lo distinto y cada vez veo menos de eso y más de lo otro. 

Ángel Martín

No hay comentarios:

Publicar un comentario