Donde nadie reinará…
La muerte me guiña un ojo, me jura silencios en mi dolor, promesas de un vacío intenso donde no existe más color que el que me da mi propia sombra reflejada en un muro de aire, levantado en el recuerdo, en la paleta del eterno pintor.
La muerte me nombra el dueño eterno de la tierra de la mar encantada, más allá de cielo e infierno, donde una lágrima esta congelada, donde la risa está demacrada.
Soy el rey de una tierra sin penas, sin recuerdos, sin amor. La patria de los que no soportaban la vida y prefieren la cobardía de una muerte amañada, a enfrentarse a un nuevo día, a luchar cada mañana.
Soy el Rey de la Tristeza Deportada, de la angustia maquillada, de un lugar llamado muerte.
Soy el rey de un lugar llamado Nada.
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