Mi abuela paterna era una indígena chinanteca originaria de Veracruz; hija de padre yaqui y mujer de mulato. Tenía la estatura baja y la sonrisa grande. Su tez era morena y sus ojos avellanados. Lo que más me gustaba de mi abuela era su cabello; era tan largo que la trenza le llegaba por debajo de la cadera. Cuando conoció a mi abuelo dejó su mar y se trasladó a la ciudad de México junto a él; con mucho esfuerzo se hicieron de un pedazo de tierra en el lugar de coyotes y en su nuevo hogar plantó muchos árboles frutales para no extrañar el olor de su origen.
A
ella le encantaba contar historias debajo del naranjo, siempre me
hablaba de la zafra o me enseñaba el canto de los ríos; ella
siempre hablaba de todo, menos de ella. En ocasiones yo miraba sus
ojos tristes y contemplaba su dolor cada vez que se destrenzaba y
cepillaba sus largos cabellos. Una vez me atreví a preguntarle
porqué era infeliz; a mi corta edad y con mi poca experiencia le
enumeré todas las cosas por las que según yo tenía que sentirse
contenta: Tata te quiere (el abuelo) mi papá, mi tía y yo te
queremos mucho nana Cada. Tienes un jardín muy bonito y tu corral
está lleno y tus animales son felices. ¿Porque estás triste?
Ella
me miró con ternura, me levantó y me puso sobre sus rodillas frente
al espejo. Comenzó a cepillarme el cabello con su propio cepillo y
me dijo con su voz dulce:
-
Te voy a contar un secreto que solo las mujeres conocemos. Cuando
crezcas conocerás a muchos hombres que pondrán una gran sonrisa en
tu cara. Te contarán hermosas historias y te cubrirán con sus
brazos cuando tengas frío. A ellos pequeña, puedes entregarles el
corazón y tus suspiros, puedes darles una gota de tu sangre y muchas
promesas pero por nada del mundo le des uno solo de tus cabellos.
-¿Porque
iba a darle mi cabello a un hombre Nana Cada?
-Porque
hay veces en las que uno quiere entregar todo a las personas que ama.
-¿Le
diste tu cabello al Tata?
-No
mi niña, al Tata solo le di mi corazón.
-Entonces
¿que hombre tiene tu cabello?
Mi
abuela sonrió como una niña al recordar una travesura
-Se
lo di a un muchacho que conocí antes de que Tata llegara a mi
pueblo. Era muy guapo ¿sabes? Su cara era delgada al igual que sus
manos, él nació más al norte del pueblo del que era mi padre.
Llegó en el tren y yo fui lo primero que vio al bajar en la
estación. Su mirada era tranquila como el arroyo detrás de mi casa
y su piel del color de la mía. Se llamaba Kai.
Giré
el rostro y fruncí mi nariz para ver directamente a mi nana
-¿Y
porqué no te casaste con Kai en vez de casarte con el Tata?
-Me
case con él. Yo lo quería mas que a mi carne y él me quería más
que a la suya. Y fuimos felices mucho tiempo. Yo le entregué mi
corazón, mi sangre y…
-¿También
tu cabello Nana Cada?
-Si,
también mi cabello -me contestó sonriente-
-¿Y
que pasó con él?
-Se
ahogo en el mar y se llevó entre el agua un pedazo de mi vida.
Me
quedé en silencio mientras limpiaba las lágrimas de mi abuela.
-Niña,
a un hombre puedes darle tu sangre porque la sangre de las mujeres
viene y va cada mes, puedes entregarle tu corazón porque sus
emociones cambian como lo hacen las mareas pero si le entregas uno
solo de tus cabellos le darás tu fuerza de vivir. Con tu cabello
tejes sueños y atrapas pesadillas cada noche; con tu cabello
escuchas las voces de tus ancestros susurrándote en el viento, tu
cabello habla con las aves y las estrellas. No es solo cabello es el
único trozo visible de tu espíritu. Es la balanza que te equilibra,
un hilito de luz que sube por el cielo y te conecta con todo.
-¿Cómo
le entregaste tu cabello a Kai Nana?
-Arranqué
uno de los míos y lo trencé con uno de los suyos, pero él también
me dio uno. ¿Quieres verlo?
-¡Si
abuelita!
Mi
abuela sacó un mechón de cabello detrás de su nuca en el que había
una trenza muy delgada y pequeña. En la parte superior había un
pequeño nudito hecho con varios cabellos.
-Aquí
está nuestra unión pequeña. Él es parte de mí y yo soy parte de
él para siempre.
Mi
abuela me mostró orgullosa su trenza como si fuera una argolla de
compromiso o un anillo de bodas.
-¿Cuando
desaparecerá el nudo nana?
-Nunca.
Esta unión es eterna. El nudo no desaparecerá jamás porque lo
tejimos con nuestras vidas.
Me
bajó con cuidado y comenzó a trenzar nuevamente toda su cabellera
dejando el nudo de Kai oculto entre su larga trenza. Nana Cada cambió
inmediatamente de tema, me contó tantos cuentos ese día que olvidé
la historia que escondía su cabello. Pasaron los años y jamás
volvimos a tocar el tema. Mi tata murió cuando yo era una
adolescente y mi abuela estuvo con él en todo momento. Semanas
después mi tía llamó a la casa informándonos que mi Nana también
había muerto. Estaba desconsolada pero recuerdo que repetía
constantemente:
¡Su
cabello! ¡Su cabello!
Cuando
llegamos a casa encontramos a mi nana recostada sobre su cama; sus
ojos estaban cerrados y mi tía había colocado su larga trenza entre
sus manos. Entonces recordé a Kai y el amor que se tenían. Dijo mi
tía que la encontró tirada frente a su espejo y sobre la alfombra
estaban unas tijeras; el doctor dijo que mi Nana Cada había muerto
de un paro al corazón pero yo sabía que en verdad ella se había
cortado su propia vida…
La
historia de mi abuela es un triste pero espero que no me mal
entiendan, Nana Cada quería a mi Tata, lo quería mucho pero aveces
una mujer puede dar cosas mejores que su corazón.
Paola
Klug
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