Bueno, pues hoy he visto Mad Max 2 y os voy a contar un poco.
La película va de un chiquín con el pelo cortado a colmillo que se dedica a dar vueltas en coche con sus traumas y sus moscas. Con él va un perrete que viene de los Sanfermines. El prota practica el Budismo radical y hasta que le dan dos hostias no carga la escopeta, pero el perrete ve una espinilla y se lanza a por ella como Leticia Sabater al chorro de una manguera.
Luego conocen a un señor vestido con un mono amarillo que parece un plátano con huevos. También lleva un fular morado y bambas rosas, que tú le ves y dices “con este no se casa ni Alaska”.
Entonces los tres llegan a una gasolinera y allí Mad Max se hace amigo de un niño que lanza el búmeran que da gusto verlo, pero el pobre es feo como ponerle peluca a un centollo. Y además de feo es más guarro que chupar barandillas. Está la criatura para ponerse a colorear Atapuerca, de la mierda que sorbe.
Pues resulta que los de la gasolinera andan peleados con unos canis, aunque cualquiera lo diría, porque la pandilla es la viva fiesta. Hay uno con una rata en la cabeza, otro con el culo al aire y un chiquín rubio y mustio que no insulta ni amenaza, pero te mira en diagonal y te juzga con las pestañas.
Y también está el jefe de la banda que va con un fardañoqui de cuero y un colador en la cara. Este buscando pelea no anda. Este va a ver si se monta en el camión de Campofrío y le dejan las rodillas como dos filetes rusos, que es lo que le da la calidad a la película.
El guión está muy bien porque nos enseña cómo sería el futuro si solo existiera Telecinco, y los efectos especiales son muy buenos porque las persecuciones de coches son como madrileños en la operación salida.
Te la recomiendo si te gusta juzgar con las pestañas o que te dejen las rodillas como dos filetes rusos.
-Ángel Sanchidrián
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