Ya hace más de un año que este lugar nació. Releo aquellas primeras entradas y sonrió. Estos lugares son mucho más que un canto de soledad. Es un camino que conecta corazones sin todas esas barreras que nos ponemos fuera. Somos más libres y acabamos sacando lo mejor que tenemos. La belleza nace de un corazón jugoso de vida, se vuelca en palabra o mirada, cruza todas las distancias y fructifica o marchita en otro corazón. Es algo compartido, tiene que arraigar en tierra fértil. Puedo escribir bonito o con estilo, como un arco iris atesorado en pompas de jabón, pero si viviste tu propio arco iris tras un día de duro trabajo y tus propias pompas de jabón con doce años en la fiesta de tu pueblo, será distinto. Las palabras no quedarán atrás sino dentro. Y el día de mañana florecerán en sonrisa para tu hermano, en caricia para tu amada, en deseo de navegar en un barco sin bandera y componer una canción a mitad del viaje.
Lo que escribo podía haber terminado como tinta oscura en una hoja de papel, enterrado en una carpeta negra y allí vivir lo que las gotas de unas aguas tranquilas trenzadas por mis dedos. Aquí hay más luz. El autor no se funde con la tinta y las huellas que se dejen en las hojas tienen la oportunidad de llegar, incluso algunas de ellas de encontrar eco y sumergirse en el inmenso lago que somos todos.
Cada persona es un libro con al menos cinco páginas que merecerían ser recordadas para siempre. Aquí tenemos un lugar para volcar ese libro poquito a poco, una frase en un cuento, un verso en un poema, un sentir en una vivencia. Sentimos cuando nos hemos escrito y eso se vuelve firme, de una forma distinta a la memoria, donde apoyarnos y crecer.
Bueno ya me he explayado bastante, así que simplifiquemos: me gusta este sitio, me ilusiona lo que escribo, me encantan las personas.
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