Amiga,
no te mueras.
Óyeme estas palabras que me salen ardiendo,
y
que nadie diría si yo no las dijera.
Amiga, no te mueras.
Yo
soy el que te espera en la estrellada noche.
El que bajo el
sangriento sol poniente te espera.
Miro caer los frutos en la
tierra sombría.
Miro bailar las gotas del rocío en las
hierbas.
En la noche al espeso perfume de las rosas,
cuando
danza la ronda de las sombras inmensas.
Bajo el cielo del Sur,
el que te espera cuando
el aire de la tarde como una boca
besa.
Amiga, no te mueras.
Yo soy el que cortó las
guirnaldas rebeldes
para el lecho selvático fragante a sol y a
selva.
El que trajo en los brazos jacintos amarillos.
Y rosas
desgarradas. Y amapolas sangrientas.
El que cruzó los brazos
por esperarte, ahora.
El que quebró sus arcos. El que dobló sus
flechas.
Yo soy el que en los labios guarda sabor de
uvas.
Racimos refregados. Mordeduras bermejas.
El que te
llama desde las llanuras brotadas.
Yo soy el que en la hora del
amor te desea.
El aire de la tarde cimbra las ramas
altas.
Ebrio, mi corazón. bajo Dios, tambalea.
El río
desatado rompe a llorar y a veces
se adelgaza su voz y se hace
pura y trémula.
Retumba, atardecida, la queja azul del
agua.
Amiga, no te mueras!
Yo soy el que te espera en la
estrellada noche,
sobre las playas áureas, sobre las rubias
eras.
El que cortó jacintos para tu lecho, y rosas.
Tendido
entre las hierbas yo soy el que te espera.
viernes, 9 de agosto de 2024
AMIGA
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