“Antes de todo esto, las fotografías eran algo cercano a lo sagrado, valiosas luces del recuerdo, ahora son baratijas... Antes una llamada tenía valor; los gestos, las miradas podían ser realmente únicas, no pobres imitaciones. Antes amar era un misterio deseado, una ceremonia lenta e imprescindible y a la vez vertiginosa, no este sucedáneo en que lo hemos convertido. Una representación frívola e incómoda, una pantomima para conseguir algún pobre escarceo sexual. Antes el amor y los libros eran apasionantes destinos, rayos deseados, sensaciones vivas y radiantes; ahora son trastos llenos de vacío y de papel. Hemos olvidado lo que realmente suponía atreverse a leer y amar...”
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