martes, 13 de agosto de 2024

MARTES 13

La confluencia del martes y del trece en el calendario preocupa a una parte de la población de cultura latina, mientras que para la anglosajona su día nefasto es el viernes y trece. Los refraneros castellano, catalán e italiano advierten del peligro: “en martes, ni te cases ni te embarques.” Y es tarea improductiva tratar de convencer a los que profesan tales prevenciones que tal día no es peor que cualquier otro. Los pueblos de la antigüedad tenían la costumbre o precaución de señalar a los ciudadanos los días desgraciados. Los romanos, por ejemplo, dividían el calendario en “días nefastos o posteros”, que eran los funestos o melancólicos, que se señalaban con carbón; y los “fasti”, que eran en los que pretor administraba justicia.

El padre Mariana y Jerónimo Zurita aseguran que esta creencia tuvo su origen el día en que el rey Jaime I el Conquistador dejó de hacer honor a su sobrenombre al ser derrotado en la batalla de Luxén, un martes y trece del año 1276. Otros atribuyen su origen al martes y trece negro del año 1134, en el que el rey de Aragón, don Alfonso el Batallador perdió, consecutivamente, sus dos últimas batallas, una con sus enemigos y otra contra la Parca, en Fraga (Huesca).


EL DÍA QUE NACIÓ EL GIGANTE TIFÓN

Pero las gentes no habrían calificado los días de la semana en que tales desgracias acaecieron como de “mal agüero y aciago” si no fuese porque estos hechos sintonizaban con una creencia más consolidada. El martes tuvo siempre mala fama. Los egipcios consideraron este día como de mala fortuna por creer que un martes nació Tifón, un osado gigante que se atrevió a escalar al Cielo. Y los romanos consagraron los martes –de Martis dies- a Marte, dios de la guerra. Un ser pendenciero que gustaba en llevar por escuderos a los demonios Terror y Temor. Sus animales favoritos eran los que se disputaban los despojos humanos en los campos de batalla, los lobos y los buitres. Su propio padre, Júpiter, llegó a reconocer que Marte era el más odioso de los inmortales. Su culto procedía de Tracia, cuyos habitantes bebían la sangre de sus prisioneros en cráneos en honor a Marte. No es el mejor dios para consagrar la felicidad y la armonía conyugal, por lo que se explica que los romanos no se casasen en martes.

La combinación del martes guerrero con el número trece, que simboliza la ruptura del perfecto doce de los dioses y que soporta el mal recuerdo del indeseable comensal decimotercero de la Última Cena, ha dado como resultado el temor actual al martes y trece.

Entre los anglosajones, el día realmente malo es el viernes y trece. Incluso da nombre al temido virus informático que causa estragos en los ordenadores en tales días. El único beneficiario de esta conjunción es la productora de la película “Viernes 13”, de la que ni los más cinéfilos conocen ya el número de partes.

La prevención al viernes arranca de la creencia en que este día de la semana fue crucificado Jesucristo. Desde los primeros años de la iglesia se le consideró día de oración y mortificación. Constantino llegó a ordenar, aunque por poco tiempo, que todos los viernes del año fuesen honrados como domingos. Y San Auxencio propugnaba que en tal día los tribunales no impartiesen justicia. En algunos países, y durante siglos, se han tocado campanas a las tres de la tarde de cada viernes. Toda la cristiandad debía abstenerse de ingerir alimentos cualquier viernes del año hasta esa hora. En Irlanda se llamaba “viernes negro” porque no debían consumirse productos blancos, como huevos y leche.


VIERNES NEGRO”: OTRA FECHA MALDITA

El viernes no era tan negro para los españoles merced a la bula que el Papa Urbano II nos otorgó en 1166, para premiar el celo puesto por nuestros antepasados en la lucha contra los infieles. El ayuno sólo fue preceptivo los viernes de Cuaresma y de Témporas, y fue considerado de forma más benévola que en los países sujetos a rigurosa abstinencia. En estas latitudes fue sustituido, como día nefasto, por el martes, que no era fecha de mortificación sino de muerte.


OTRAS CREENCIAS

Tras el “ni te cases ni te embarques” late el temor al día de la semana que los romanos consagraron a Marte, dios de la guerra. Y la precaución que provoca el recuerdo del gigante egipcio que, en tal fecha, se atrevió a elevar una escalera hasta el cielo.


CLAVES SIMBÓLICAS

TRECE = Última Cena

MARTES = Destrucción

VIERNES = Mortificación


RAMOS PERERA

FUENTE: Revista Año Cero - Año VI/nº 05-0895-58

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