El noble señor, tenía una bella hija, la cual mostraba una gran elocuencia al hablar lo que hacía que tuviera muchos y buenos pretendientes. Mientras el padre elegía marido a su hija, ella no cesaba de suspirar y llorar, aunque nadie se percataba de ello.
Al final, después de mucho pensar, el padre se decidió por el de Buelga, un apuesto muchacho con el que ganaría grandes beneficios. Una vez decidido, se presentó ante su hija para darle la buena noticia, pero se la encontró llorando, pensando que sería de nerviosismo, le dio la buena nueva y entonces ella rompió a llorar con mas desconsuelo si cabe.
El padre desconcertado le preguntó el por qué de su tristeza, a lo que ella le respondió, que su corazón pertenecía a otro, hace ya bastante tiempo, y que su unión era imposible puesto que él era un villano. El padre soltó toda case de improperios y gafures (todo tipo de bichos venenosos), llegando a amenazarla le dijo que se casaría con el de Buelgas puesto que así se había acordado.
Empezaron con los preparativos de la boda, todos menos la hija, que permaneció encerrada en sus habitaciones con orden de no entrar ni salir persona de allí.
Así
llegó el día de la boda y cuando el padre se disponía a buscar a
su hija, unos golpes en la puerta se oyeron por todo el castillo. Al
salir a ver que ocurría, vieron que el que golpeaba no era otro que
un sirviente que había sido despedido por haber tenido problemas de
salud sin saber que le ocurría realmente.
Cuando
le preguntaron a que venía su visita, él respondió que acababa de
matar a su amada, a petición de ésta, puesto que ella no deseaba
casarse con otro y veía que su unión no sería posible.
El
padre enrojeció de ira, pero no podía darle muerte, puesto que en
su castillo, todo aquel que entraba, estaba protegido como se comentó
anteriormente. Así que le sugirió que se diese media vuelta y
desapareciese de su vista y no volviera jamás.
El siervo dio media vuelta lleno de dolor por la muerte de su amante, pero no sin antes recordarle al señor que nada hubiera pasado así, si él no se hubiera entrometido y no hubiera pensado en beneficios con aquel casamiento.
Una vez se hubo dado la vuelta, el señor, saco un puñal y le dio en pleno corazón y allí dejó que se desangrara, mientras su sangre resbalaba por las cadenas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario