martes, 17 de junio de 2025

EDIPO

Layos, rey de Tebas se casó con Yocasta.

Layos y Yocasta no tuvieron hijos durante mucho tiempo, fueron a consultar al oráculo. El oráculo les advirtió del peligro de engendrar un hijo, y que de hacerlo este causaría infinitas desgracias, pero Layos no hizo caso y a los pocos meses nació Edipo.

Layos, temiendo lo que el oráculo había predicho, abandonó al recién nacido en el monte Citerón. Le perforó ambos pies y los ató uno a otro sólidamente con una correa que pasó por los agujeros.

Por esto el niño recibió el nombre de Edipo (pie hinchado, como los tenía a causa de las heridas cuando fue recogido). Fue recogido por un pastor y llevado por este a su amo, el rey Polibos de Corinto, quien casado con Merope, no tenía hijos. Ellos le criaron y educaron.

Ya adulto, en el transcurso de una pelea con otros jóvenes, uno de ellos le acusó de no ser hijo del rey sino de padres desconocidos. Vuelto al palacio preguntó a sus padres adoptivos, que se lo confirmaron.

El joven marchó a Delfos, donde el oráculo no le reveló el secreto de su nacimiento, pero le hizo saber todo lo que le aguardaba: mataría a su padre y se casaría con su madre.

Edipo pues decidió no volver a Corinto para no cumplir la profecía, creyendo aún que sus padres eran Polibos y Merope.

En el que el camino se encontró a su verdadero padre, Layos, que iba en un carro tirado por dos mulas conducido por su heraldo Polifontés. Éste se dirigió al joven con malos modos y  suscitó un altercado en el que Edipo mató a Polifontés y a Layos.

Muerto Layos, el hermano de Yocasta, Creón, ocupó el trono. Pero cayó sobre el país un monstruo con cabeza de mujer, cuerpo de león y alado: La Esfinge.

Tenía la Esfinge su guarida en el monte Fición cerca de Tebas, y pasaba el tiempo en caer sobre cuántos desdichados veía y en proponerles unos enigmas, tan difíciles de desentrañar que no descubrir la solución al enigma costaba la vida al desdichado que cayese en sus manos.

Ya había causado numerosas víctimas, entre otras un hijo del propio Creón, Haimón. Creón ofreció la corona de Tebas y la mano de Yocasta a aquel que diese muerte a la odiada Esfinge.

Los enigmas eran dos:

El primero era: "Cual es el ser que dotado de una sola voz y único entre todos los seres tiene sucesivamente cuatro patas, dos y tres, y cuya fuerza es menos cuantas más patas tiene?".

El segundo era: "¿Quienes son las dos hermanas, una de las cuales engendra a la otra y la otra a la una?".

La respuesta al primer enigma era el hombre; al segundo, el día y la noche (ambas femeninas en griego).

Edipo resolvió ambos enigmas y la Esfinge se precipitó desde el monte muriendo.

Con ello el héroe se convirtió en rey de Tebas y marido de Yocasta, su madre, cumpliendo la segunda parte de la profecía.

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