Bueno, pues hoy he visto “El diario de Noa” y os voy a contar un poco.
La película va de un chiquín que amenaza con suicidarse para conseguir una cita (¡maestro, torero!). Él va con su boina como un pastor de Cabezón de Pisuerga y ella riéndose a carcajadas, gritando y dando saltos como una perturbada.
Entonces los dos se enamoran como cualquier adolescente, todo el día pegados que parece que no tienen casa, estrellándose los helados en la cara, jugando al “aquí te pillo aquí te mancillo”, discutiendo como camareros chinos… A la mínima él la empotra y ella se enrosca, que es lo que le da la calidad a la película. Él debería lavar un poquito la boina y ella dejar la cafeína, pero por lo demás no hacen mala pareja.
Y luego está el padre ahí de risas, que se ha dejado el bigote como el flequillo de un pony, fumándose hasta el mimbre de la mecedora, y la madre que le dice que deje al Noa, que es un piojoso y un mileurista. Y ya se acaba el verano y cada uno a su casa pero sin darse el whatsapp ni el spotify ni nada.
Después ella se lía con otro que es rico y él se pone a presentar Bricomanía, pero al final les pica la pepitilla y vuelven a quedar en un lago que es muy romántico lleno de patos tirados a puñaos. Y ahí están una semana él a serrucho y ella boca arriba como un nenuco. Un cuento de hadas.
La banda sonora es de piano con patos volando, que es la pena más grande que existe, y el guión es muy romántico porque hay muchos morreos a baba chorro y muchos patos.
Te la recomiendo si te gusta llevar boina o las montañas de patos.
-Ángel Sanchidrián
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