lunes, 9 de junio de 2025

CUENTOS INSTANTÁNEOS

"Filosofía para niños". El libro tenía pegatinas de relucientes mariposas en la portada. En el índice lo componía una larga lista de preguntas. Lo abrí por donde mis dedos me marcaron el centro. La pregunta que encabezaba la página era: "¿Existe Dios?". A continuación ponía: "Claro, por eso has preguntado por Dios y Dios ha dejado la respuesta en ti". Debajo aparecía la fotografía de un joven con el dedo índice apoyado en su nariz.

Hop – dijo el payaso dejando a engatusados a un lado a todos los niños y al otro al león. Con la seguridad en su voz, se puso el aro en su cintura y intentó bailar sobre sus largos zapatos alrededor de la peana. Lo hacía muy alegremente hasta que se tropezó.

Raurg – rugió el león y se abalanzó contra el payaso aún arrodillado.

Afortunadamente él pudo sacar un enorme pañuelo de colores y, dando un pase de pecho, torear en el último instante al fiero león.

 

El instante resonó como a campanilla de cristal de una antigua perfumería. No sólo se detuvo el reloj de la estación sino que su ajetreo se recogió en un aguafuerte de colores tostados.

¿Por qué me has besado? – pregunto el mimo.

Ella cubrió con sus manos sus labios blancos. 

El oso estaba a dos patas formando una bella estampa. Sus ojos bizqueaban, el aire se le atragantaba. Sus oscuros labios temblaban. Una solitaria abeja trazaba ochos justo sobre su morro manchado de miel. El oso movió sus patas lentamente para cubrir el negro botón de su nariz, pero justo antes la abeja se posó entre sus ojos. Y allí, cómodamente abrigada, se durmió.

  

Ella anda descalza por el jardín. Su mirada consigue que las flores luzcan sus mejores galas, que los pájaros se acicalen con ganas de primavera y que el agua de la fuente gorjeé como recién nacida. Su sonrisa me llena el sentir, lo sostiene con delicadeza entre lo sugerente y lo desnudo y finalmente lo libera hacia un cielo de un azul compartido. Ojalá ella fuera la estatua y yo el artesano de palabras.

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