martes, 15 de octubre de 2024

LOS ALIMENTOS AMERICANOS EN EUROPA

Los dos principales productos americanos importados a Europa tuvieron al principio poco éxito. El maíz fue adoptado como cultivo en España, Portugal e Italia. Los indios americanos, que adoraban el maíz, nunca lo comían solo, y lo utilizaban como complemento de un plato de carne, o lo guisaban junto a unas alubias, pimientos verdes y pescado -la receta original de la tarta de maíz tierno con alubias. Estos complementos proporcionaban las vitaminas que le faltaban al maíz. Los pobres que comían en Europa el maíz como si fuese trigo, sin acompañarlo de carne, empezaron a sufrir de la pelagra, «piel áspera», un a enfermedad carencial producida por la falta de proteínas.

El maíz se izo impopular, e incluso en 1847, cuando los irlandeses estaban muriéndose de hambre, se negaron a comerlo, llamándolo «azufre de Peel», pues era amarillo como el azufre, y Peel era a la sazón el primer ministro de Inglaterra. De hecho, el maíz fue despreciado en Europa, y sólo empezó a consumirse en cantidades significativas cuando los europeos adoptaron la costumbre americana de tomar cereales en el desayuno.

El alimento americano 1 que más éxito iba a tener en Europa fue, por supuesto, la patata. En 1564, John Hawkins introdujo la batata en Inglaterra, pero no prosperó. En cambio, la patata india, que había sido cultivada por los laboriosos agricultores incas en sus gélidos montes, tuvo un éxito casi instantáneo. Introducida en Inglaterra por Sir Walter Raleigh, e implantada en la recién desarrollada colonia inglesa de Irlanda, le esperaba a la patata un futuro brillante en las Islas Británicas -hasta mediados del siglo XIX.

La vérdad es que Gran Bretaña y la patata no se adecuaban demasiado bien. Comparada con el Perú, Gran Bretaña tiene un clima tan calido, que la única manera de cosecharías es cultivándolas en las regiones más frías del país, Irlanda del Norte y Escocia. Llamada a desarrollarse en un clima mucho más caluroso del que había prescrito la naturaleza, la patata británica estaba expuesta a enfermedades que probablemente no le habrían afectado jamás en el altiplano andino. Además, los incas, que fueron los que iniciaron su cultivo, habían desarrollado un método infalible para conservar la patata, secándola en frío y convitiéndola en lo que ellos llamaban chuñu.

Existían poderosas razones para que los campesinos europeos, ya de por sí obstinados y recelosos, contemplasen a la patata con prevención y se lo pensasen dos veces antes de adoptar su cultivo. Por lo tanto, su expansión al principio fue lenta. En Francia, Antoine-Auguste Parmentier, philosophe francés de siglo XVIII (y al que se le atribuye el invento de las patatas fritas), intentó convencer a sus paisanos de que la patata no era venenosa. (Las patatas verdes sí son venenosas, hasta cierto punto) Sin embargo, Parmentier logró interesar al rey, y fue Luis XVI quien finalmente «engañó» a los campesinos para que cultivasen el nuevo tubérculo. Hizo que se sembrase un campo de patatas en las mismas afueras de París, y puso una guardia de soldados alrededor de este campo real. Los campesinos se acercaron a curiosear, y se preguntaban cuál sería ese cultivo tan valioso que aconsejaba todas estas medidas de seguridad. Finalmente, cuando la cosecha estaba lista, el rey retiró la guardia nocturna, y esperó. Al cabo de poco tiempo, y por la noche, todas las patatas habían sido robadas y la carrera de la pomme de terre se había puesto en marcha. Todavía hoy, la inclusión en un plato del calificativo pannentier o a la parmentier, indica que se sirve acompañado de patatas.

La patata llegó a Francia demasiado tarde para impedir la Revolución Francesa. Si cuando falló la cosecha de 1788, los campesinos hubieran tenido una reserva de patatas suficiente, y si María Antonieta2 hubiera podido decir entonces aquella frase que se le atribuye: «Si no tienen pan, que coman patatas», puede que el curso de la historia hubiera sido diferente.

En otra parte de Europa la patata prosperó mucho mejor. Federico el Grande la introdujo en Alemania, donde tuvo tal aceptación, que la guerra de sucesión bávara (1778-9) giraba en realidad en torno a quién había de controlar la cosecha de patata local. Los rusos también se contagiaron de esta moda, comprobando que el tubérculo se desarrollaba muy bien en sus frías estepas. En Holanda, hoy, cuatro de cada cinco verduras y hortalizas que se cultivan son patatas.

  1. En realidad debe decirse sudamericano, pues la patata no fue introducida en América del Norte hasta 1719, y fue llevada allí desde Irlanda.

  2. En realidad parece que María Antonieta no dijo esta frase. Este comentario apareció por primera vez en letra de imprenta en las Confesiones de Rousseau, en 1766, cuando María era todavía una niña de once años que vivía en Austria. Parece que Rousseau estaba citando al viejo proverbio, en el sentido de que hay que soportar las desgracias lo mejor que se pueda. La frase le fue adjudicada a la reina por los agitadores revolucionarios.

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