I
-Por el montecico sola,
¿cómo iré?
¡Ay Dios, si me perderé!
¿Cómo iré, triste, cuitada,
de aquel ingrato dejada?
Sola, triste, enamorada,
¿dónde iré?
¡Ay Dios, si me perderé!
II
Río de Sevilla,
¡cuán bien pareces
con galeras blancas
y ramos verdes!
III
Río de Sevilla,
¡quién te pasase
sin que la mi servilla1
se me mojase!
Salí de Sevilla
a buscar mi dueño;
puse al pie pequeño
dorada servilla.
Como estoy a la orilla,
mi amor mirando,
digo suspirando:
¡quién te pasase
sin que la mi servilla
se me mojase!
IV
Vienen de Sanlúcar,
rompiendo el agua,
a la Torre del Oro
barcos de plata.
V
Blanca me era yo
cuando entré en la siega;
diome el sol, y ya soy morena.
Blanca solía yo ser
antes que a segar viniese,
mas no quiso el sol que fuese
blanco el fuego en mi poder.
Mi edad, al amanecer,
era lustrosa azucena;
diome el sol, y ya soy morena.
VI
En las mañanicas
del mes de mayo
cantan los ruiseñores,
retumba el campo.
En las mañanicas,
como son frescas,
cubren ruiseñores
las alamedas.
Ríense las fuentes
tirando perlas
a las florecillas
que están más cerca.
Vísteme las plantas
de varias sedas,
que sacar colores
poco les cuesta.
Los campos alegran
tapetes varios,
cantan los ruiseñores,
retumba el campo.
Lope de Vega
1 Servilla: zapato ligero de suela muy delgada.
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