Félix Rodríguez de la Fuente en una de sus imágenes más características. (Imagen: EFE)
Un 14 de marzo de 1980 falleció en un accidente aéreo en Alaska.
El naturalista dirigía en TVE la serie 'El hombre y la tierra'.
Según los que le conocieron era "un niño grande" y un "adelantado".
Su trayectoria profesional y humana dio pie a una fundación.
Personaje
clave en la lucha por la conservación de nuestro patrimonio natural
en los años 60 y 70 del siglo pasado, Félix
Rodríguez de la Fuente sigue
siendo hoy, cuando se cumplen treinta años de su muerte, un
referente mundial de laprotección
del medioambiente.
Su
ingente trabajo, íntimamente vinculado a la divulgación en los
medios de comunicación, sobre todo en televisión, despertó muchas
vocaciones en unos niños y jóvenes que hoy, ya en la madurez,
se dedican profesionalmente a la investigación, a la conservación o
a la divulgación del medio ambiente.
"Estábamos
-continúa su relato- acostumbrados a hacer locuras para conseguir
las mejores imágenes", cuenta un amigo de Félix que trabajó
con él
Este
domingo se cumplen 30 años del trágico accidente aéreo que, en
los hielos
de Alaska,
acabó con la vida de quien mostró a los españoles de entonces cómo
vivía el lobo o el lince ibérico, cómo las nutrias desaparecían
de nuestros ríos o cómo el águila imperial, majestuosa, atrapaba a
sus presas.
El
14 de marzo de 1980 Félix Rodríguez de la Fuente se encontraba en
Alaska junto a su equipo de El
Hombre y la Tierra,
el programa que semanalmente se asomaba a las pantallas de TVE y que
él dirigía y presentaba, para tomar imágenes de la "Iditarod
Trail Sled Dog Race", la carrera de trineos tirados por perros
esquimales más importante del mundo. Aquel día, en el que Félix
cumplía 52 años, el equipo de rodaje era tan numeroso que para su
traslado fueron necesarias dos avionetas.
Al
poco de despegar, y dado que los dos aparatos volaban a escasa
distancia, Miguel Molina, cámara de Televisión Española, fue
testigo de la tragedia. "Le dije: Tony (el piloto del aparato),
acaba de caer una avioneta. Se derrumbó sobre los mandos al darse
cuenta de que era
su amigo y compañero el que había caído",
recuerda en conversación con Efe.
Nunca
se han conocido con claridad los motivos del accidente que costó la
vida a Rodríguez de la Fuente, al piloto de la avioneta, Warren
Dobson, al
cámara Teodoro Roa y a su ayudante Alberto Mariano Huéscar.
"Pudieron ocurrir mil cosas", cuenta Miguel Molina, que
trabajó con Félix durante cinco años.
"Estábamos
-continúa su relato- acostumbrados a hacer locuras para conseguir
las mejores imágenes". El accidente se conoció en España un
día después, el
15 de marzo.
La noticia conmocionó a todo el país.
Luchador
incansable
Miguel
Molina habla de Rodríguez de la Fuente con admiración y respeto, y
lo define como "un
niño grande" que,
aunque tenía un carácter "fuerte" y "muy exigente"
era, al mismo tiempo, un hombre "muy ameno y divertido" que
"no hacía más que preocuparse por la naturaleza" y que
murió en un momento "muy especial" de su vida.
Asegura
que a Félix le costó "mucho llegar profesionalmente donde
estaba" y que, a pesar de las dificultades que encontró, era
un "luchador" que
no reconocía "nunca" la posibilidad de la derrota. Por
eso, añade Molina, "si viviera ahora estaría aterrado"
con todo lo que ocurre con el medio ambiente.
Los
que conocieron a Félix coinciden en señalar que fue un hombre
adelantado a su tiempo
Los
que conocieron a Félix coinciden en señalar que fue un hombre
adelantado a su tiempo,
y en destacar que sus ideas sobre conservación abarcaban todos los
aspectos del ecosistema, consciente de la importancia de mantener un
equilibrio para el cual todas las piezas son
imprescindibles.
Odile,
la menor de sus tres hijas y hoy directora general de la Fundación
Félix Rodríguez de la Fuente, destaca de su padre la capacidad que
tuvo para conseguir generar "un cambio de 180 grados" en la
conciencia ecológica de España.
"Un
país", añade enérgica, en el que, "gracias a las
imágenes de El
Hombre y la Tierra, se
pasó de tener una Junta de Extinción de Animales Dañinos a que la
gente llorara cuando una loba y sus lobeznos eran perseguidos por
cazadores". El lobo, un animal que Félix convirtió en un
símbolo de su lucha, y por el que sentía una especial
atracción. Miguel
Molina cuenta que muchas veces le comentó que cuando muriera le
gustaría reencarnarse en uno de ellos.
AGENCIAS. 14.03.2010 - 17.07 h
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