Bueno, pues hoy he visto “50 sombras de Grey” y os voy a contar un poco.
La película va de una chiquina un poco jincha que lleva un flequillo de izquierdas y es más ñoña que el Instagram de un gato. Que la chica es un melindre, sí, pero cada vez que baja al bar termina borracha como una tarta y vuelve a casa saludando en las rotondas.
Entonces conoce a un chiquín que es rico de guardarse las vueltas sin mirarlas, y como nunca tiene novia la gente se cree que es de la acera de las flores, pero lo que pasa es que está de la cabeza como una jaca tuerta y sólo le gusta el mambo caníbal.
Ahí ya empiezan a intimar. Él le da un contrato y le dice que firme aquí, que le va a dejar el culo como la boca de un boxeador. Y también le manda los wasap con la berenjena y le dice que se prepare, que le va a gratinar la cococha. Es un cuento de hadas.
La relación es un poco tensa porque ella quiere hacer cosas románticas y él nada más que llevarla al cuarto de los azotes y chuparle lo jugoso a morromuerto. Mimitos no, pero el chico le ha cogido un gusto al ñoqui que no levanta de ahí la lengua, que es lo que le da la calidad a la película.
Además el muchacho es muy mandón y le pone deberes de follar y de comer vitaminas. Que al final ella le dice que pa fino su chumino, que los azotes se los dé a la alfombra. Y que el látigo pase, pero que el gato del coche y la termomix no son para andar haciendo cosas de gusa.
El guión está muy bien porque el protagonista te toca al piano la canción de Titanic y luego te exprime una teta, tiene muchos contrastes, y el maquillaje es muy bueno porque el chiquín tiene el pecho lleno de quemaduras de cigarro que parece el sofá de un puticlub.
Te la recomiendo si te gusta el mambo caníbal o volver a casa saludando en las rotondas.
-Ángel Sanchidrián
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